FÚTBOL: FILOSOSOFÍA DE VIDA
  FÍSICO 3
 
2.5. Principio de la individualidad
Es uno de los principios más importantes pero de más difícil aplicación, en especial en los deportes colectivos. Es bien sabido que existen numerosos factores que afectan a la respuesta individual ante una misma carga de entrenamiento (García y cols., 1996b): herencia, maduración, nutrición, descanso y sueño, nivel de condición, motivación, ambiente, salud y sexo. A estos factores individuales abría que añadir los diferentes requerimientos energéticos y técnico-tácticos de cada puesto específico en el fútbol.
Es cierto que no se puede programar un entrenamiento totalmente individual para cada jugador, primero por la dificultad de realización y segundo porque sería incoherente en un deporte de cooperación-oposición. También es cierto que un entrenamiento igual para todos no sacará el máximo rendimiento a una plantilla. Una solución intermedia puede ser individualizar ciertos aspectos del entrenamiento para distintos grupos dentro del equipo:
1) Según nivel de condición física.
2) Según líneas o puestos específicos.
3) Según elementos técnico-tácticos a mejorar.
1) Según nivel de condición física: Para conseguir clasificar a los futbolistas de un equipo y ver sus características y necesidades necesitamos realizar test apropiados para cada cualidad. Un ejemplo lo podemos ver en la Figura 9 (datos propios, 2001), que muestra los resultados de dos futbolistas del equipo juvenil nacional de la Cultural y Dep. Leonesa, en un test de resistencia a la velocidad (R-V). Podemos observar claramente como el sujeto B es más rápido que el sujeto A, y como el sujeto A es capaz de repetir los sprints con menos pérdida de velocidad que el B. ¿Deben realizar el mismo entrenamiento de R-V los sujetos A y B?, evidentemente no.
 
 
 
 


Figura 9: Tiempos realizados por 2 futbolistas en los 20 primeros metros de un test de R-V que consistía en realizar 6 sprints de 40 m. recuperando 30 seg.
Si por ejemplo tuvieran que realizar un entrenamiento de R-V de 18 sprints de 15 m (volumen total de 270 m) con recuperaciones parciales entre repeticiones (20-40 seg.), lo correcto sería que el sujeto A realizara más repeticiones por serie, ya que necesita un nº más elevado de repeticiones seguidas para fatigarse (2 series de 9 repetic.) o menos repeticiones pero de más distancia (2 x 6 repetic. de 22 m = 276 m). Al contrario, el sujeto B necesita repartir el volumen de entrenamiento en más series dado que se fatiga mucho antes (3 x 6 repetic.) o aumentar el número de repeticiones disminuyendo la distancia (3 x 9 repetic. de 10 m. = 270 m).
2) Según líneas o puestos específicos: Los requerimientos energéticos y técnico-tácticos de cada puesto específico son diferentes entre sí, sufriendo variaciones según el esquema, la estrategia y la filosofía de juego de cada equipo. Para Godik y Popov (1993), a las observaciones subjetivas del entrenador se debe añadir análisis más objetivos de las actividades de los futbolistas en los partidos para organizar y planificar correctamente el proceso de entrenamiento. Proponen cuatro formas de análisis cuantitativo:

· Volumen, variedad y eficacia de las acciones técnico-tácticas individuales.
· Volumen, eficiencia y eficacia de las acciones técnico-tácticas colectivas.
· Volumen e intensidad de los desplazamientos de los futbolistas en los partidos.
· Magnitud y tendencia de la carga biológica de la actividad competitiva.
De estos análisis subjetivos y objetivos tenemos que saber qué requerimientos energéticos, técnicos y tácticos tiene cada puesto específico en nuestro equipo, y lo más importante, a partir de esto entrenar. Si por ejemplo, analizamos al lateral de nuestro equipo y obtenemos que el mayor número de acciones técnicas en ataque centrar desde la banda al área, ese jugador y todos los que pudieran actuar en su posición deben entrenar los centros de banda, y si a penas realizan tiros a puerta en el partido, su entrenamiento no debe predominar el tiro a puerta. Si este mismo lateral, realiza sprints más largos que sus compañeros, las distancias del entrenamiento de velocidad y resistencia a la velocidad deben ser mayores. Y así con todas las variables.
3) Según elementos técnico-tácticos a mejorar: Dado que el fútbol es un deporte con repertorio de gestos y movimientos técnico-tácticos muy amplio, es totalmente normal que unos jugadores ejecuten mejor unas técnicas que otras, y que cada uno tenga unas carencias que mejorar. El análisis de estas carencias habitualmente se hace subjetivamente, auque como citábamos con anterioridad, Godik y Popov (1993), recomiendan analizar estas acciones también con métodos más objetivos.
Por ejemplo, dentro de un equipo hay 4 jugadores que no realizan correctamente los controles, otros 6 deben mejorar en el desmarque, 5 tienen su punto débil en el juego aéreo y 6 tienen dificultades en el marcaje individual. ¿Por qué entrenar todos el control si lo necesitan mejorar solo 4 futbolistas?. La solución es tan fácil como asignar una tarea a cada grupo para trabajar el objetivo a mejorar (Figura 7). Teodorescu (1996), propone en deportistas de nivel fraccionar el entrenamiento en 2-4 sesiones en 1 día, siendo una de estas fracciones para el entrenamiento de los "puntos débiles" de cada jugador.
 
 
 
 
Figura 10: Ejemplo de organización de un entrenamiento por grupos según carencias.
2.6. Principio de la relación óptima entre la preparación general y específica
Para Platonov (1988), el entrenamiento general está compuesto por ejercicios que mejoran la salud y aumentan las posibilidades funcionales generales, y el entrenamiento específico formado por ejercicios que perfeccionan un campo especializado de una actividad. La preparación general crea la base para la preparación especial (Matvéiev, 1980) y solo mediante una buena preparación se pueden conseguir elevados rendimientos específicos (Platonov, 1988). No obstante, la preparación general debe reflejar al mismo tiempo las particularidades de la especialización deportiva (Matvéiev 1980).
En el fútbol, la preparación específica está formada por el entrenamiento de todos los movimientos y gestos técnico-tácticos propios del fútbol, así como la capacidad para repetir esfuerzos rápidos durante un largo periodo de tiempo con pausas diversas, con cambios de dirección, sentido y frenazos (resistencia interválica). La preparación general, sería la resistencia aeróbica general, la fuerza máxima, la flexibilidad, la coordinación motriz y agilidad general.
Para muchos autores (Matvéiev, 1980; Platonov, 1988) la preparación general debe ser mayor en los niños y paulatinamente ir descendiendo hasta ser una parte mínima en los deportistas de élite. La propuesta que realizamos la observamos gráficamente en la Figura 11. Podemos distinguir:

1.    Hasta los 10 años: La preparación específica debe ser el 90% del entrenamiento de fútbol. No porque pensemos que no hace falta una preparación motriz general en estas edades, al contrario, pensamos que una amplia gama de patrones motrices beneficiará a la técnica específica en un futuro. El problema está en que en 1-2 días a la semana que tienen de entrenamiento de fútbol no daría tiempo a entrenar nada y ya hay bastantes elementos futbolísticos que enseñar como para dedicarse a otros elementos. Evidentemente rechazamos cualquier preparación física general en entrenamientos de fútbol en estas edades, y la preparación motriz general del joven debe ser proporcionada por la clases de educación física, por la participación en otros deportes y por la propia actividad del niño.

2.    De los 10-13 años: El planteamiento es el mismo que el anterior, pero la preparación general aumenta de proporción por el aumento del entrenamiento de la flexibilidad general, ya que Rubio y cols. (2002), han detectado en un estudio transversal con niños futbolistas una pérdida importantísima de flexibilidad en el paso de la categoría benjamín (8-10 años ) a la categoría alevín (11-13 años).

3.       De los 14-16 años: La preparación general aumenta por empezar el entrenamiento de la resistencia aeróbica. Es importante la resistencia en esta fase porque 1) el niño está desarrollándose, aumenta la musculatura y esto supone un peso extra que mover, por eso se debe acompañar este cambio con adaptaciones cardiovasculares, 2) actualmente, en estas edades dejan de jugar en fútbol-7 y empiezan a jugar a fútbol-11, en un campo grande, con mayores recorridos y más tiempo de juego, además de cambios limitados que hace que haya jugadores que jueguen todo el partido, 3) psicológicamente el niño con la maduración deja de derrochar energía y les cuesta mucho el movimiento, hay que acostumbrarles a la actividad contínua.

4.       De los 16-18 años: Es la edad donde la preparación general adquiere mayor importancia por el aumento y creación de la preparación física general. A parte de la resistencia aeróbica, es importantísimo el entrenamiento de la fuerza máxima, ya que es su fase sensible (Hahn, 1988) coincidiendo con el final de la pubertad y del aumento hormonal. La fuerza máxima será la base de la fuerza explosiva, de la velocidad de aceleración y de la prevención de lesiones en un futuro muy próximo. No olvidar el trabajo de flexibilidad.

5.       A partir de los 19 años: La preparación general se focaliza principalmente al comienzo de la temporadas y entre ellas. Las oscilaciones de la Figura 11 quieren representar que hay temporadas en las que se debería entrenar un poco más la preparación general que otras.

6.    A partir de los 30 años: La preparación general debería ser ligeramente mayor para hacer frente a las disminuciones de rendimiento lógicas por la edad.

 
 
 



Figura 11: Evolución de la preparación general y específica de un futbolista a lo largo de los años.
 
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