FÚTBOL: FILOSOSOFÍA DE VIDA
  PSICOLOGÍA DEPORTIVA 2
 
VISUALIZACIÓN O PRÁCTICA IMAGINADA

Muchos jugadores realizan de modo intuitivo, por su cuenta, esta práctica, imaginando cómo van a actuar. Repasar mentalmente los gestos y movimientos que debe hacer, reporta notables beneficios físicos y puede mejorar tanto la técnica como la táctica. Recrear experiencias significativas en la mente se utiliza para alcanzar un alto grado de concentración, despejar las emociones negativas, establecer metas, controlar la activación adecuada del jugador y, claro está, para mejorar su autoconfianza.

Incluso en los procesos de recuperación de lesiones, la visualización también ayuda a los deportistas: por una parte, visualizar la curación del miembro lesionado acelera su recuperación. Por otro lado, la práctica imaginada, incluso de los mismos ejercicios que realizan sus compañeros, evita que pierda las sensaciones adquiridas mediante el entrenamiento y el juego. Es también un buen antídoto contra el desánimo causado muchas veces por verse excluido del grupo.

La visualización mental activa muchos de los circuitos neuronales que se ponen en marcha cuando realmente uno está viendo cómo se resuelven las cosas. Los neurólogos explican que cuanto más se practica mentalmente un ejercicio, el esfuerzo mental y la actividad del cerebro que se requiere para realizarlo en la práctica, es menor.

Así lo contaba B.J.Scottie, jugador de los Chicago Bulls: Yo creo que si puedo tomar 20 o 30 minutos antes de cada juego, y visualizar lo que sucederá, podré reaccionar ante ello sin pensarlo, porque ya lo había visto en mi mente. Durante el juego, cuando veo lo que ocurre, no pienso sobre esto, sólo lo hago. No hay segundos pensamientos, no hay titubeos. Se trata de hacer una película mental de su actuación ideal, resolviendo las dificultades con las que se van a encontrar en el juego real.

Podemos imaginarnos a nosotros mismos como si nos viéramos desde fuera (en una grabación de vídeo), pero es más efectiva la visualización interna, es decir, imaginarnos dentro de nosotros mismos, realizando una técnica o una jugada, visualizando aquello que sucedería, y sintiendo nuestros propios movimientos.

La visualización es tanto más efectiva cuanto más nítida sea la imagen mental, por lo que ésta es una habilidad que debe ser entrenada con un grado de dificultad creciente. Si dedicamos sólo unos segundos a imaginar un movimiento que dura tres veces más, pasaremos por alto detalles significativos. A una vivenciación más clara e intensa (incluyendo sonidos y sensaciones propias del momento) corresponde un aprovechamiento óptimo.

Mejor empezar imaginando cosas sencillas, más estáticas y avanzar hacia secuencias más complejas. Después de entrenar esta habilidad, podemos plantear un objetivo de aplicación para el siguiente partido. Por ejemplo, antes de sacar un córner: inspirar, relajar la tensión al expulsar el aire, y visualizar nuestra ejecución, así como la trayectoria deseada del balón. Así, además de favorecer la calidad de la ejecución técnica, no dejamos sitio para que nos invadan temores o dudas. En lugar de temer la dificultad visualizan el resultado más positivo.

Imaginarnos realizando correctamente aquello que queremos conseguir mejora la autoconfianza, ya que nos permite experimentar el éxito. Antes del partido, ¿merece la pena dedicar unos minutos para que cada uno se concentre en las tareas encomendadas, haciendo una película en su mente donde pueda verse resolviéndolas de la mejor manera posible?

Si alguien piensa aún que se trata de una película de ciencia ficción, quizá le convenza la experiencia de un deportista de élite. A principios del 2002, el golfista José María Olazábal explicaba cómo había conseguido remontar sus crisis de juego: Mi psicólogo es el gimnasio. Me entreno o juego una tarde y después, a la caída del sol, me voy al gimnasio. Me tiro hora y media haciendo pesas. Eso, los días normales. Pero los días en que no mando la bola donde he visualizado que debía ir me castigo: ración doble de gimnasio.

 MODELADO

Se trata de una práctica que todos podemos reconocer de forma consciente o inconsciente en nuestra propia vida ¿quién no ha actuado de un modo u otro por imitación de su ídolo, o simplemente porque es así como tiene visto que se hacen las cosas?.

A menudo, la habilidad de los chavales se explica por el intenso contacto mantenido con la actividad y la atención especial, o la admiración que profesan hacia determinados modelos de actuación que ellos imitan de manera inadvertida.

La técnica de modelado se basa en el principio del aprendizaje por observación, según el cual un individuo puede aprender y modificar su conducta observando el comportamiento de otra persona y las consecuencias de su actuación.

En función del diagnóstico de la dificultad que atraviesa un jugador, se puede orientar su observación y aprendizaje. De manera más informal se puede acompañar a los menores en el seguimiento y comentario del juego, bien en directo o grabado en vídeo, con las posibilidades que ofrece la técnica de congelar la imagen, repetir etc., el movimiento de que se trate.

También se puede dedicar una parte de la sesión de entrenamiento a ver una grabación sencilla realizada en un vídeo casero, donde los jugadores reconozcan y analicen sus respuestas ante distintas situaciones.

La grabación en vídeo puede dar un juego enorme también al entrenador que puede reconocer así su propio estilo comunicativo. Y a los mismos padres y el modo en que estimulan o desgastan la afición de sus criaturas. También se les puede indicar que cuando asistan como espectadores al partido de su equipo favorito, en vivo o por televisión, se fijen especialmente en determinado asunto que han entrenado esa semana.

 

 
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